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Ser asistente sexual en diversidad funcional: una práctica de deconstrucción y empoderamiento del deseo

Caryna Moreno, sentada en el banco de un jardín, con una de sus manos apoyadas sobre la pera y una mirada pensativa. Tiene rastas de color verde en el pelo

  Caryna Moreno da cuenta de la importancia de derribar el capacitismo que deja al margen toda experiencia que no responda a un imaginario social y sexual heteronormado.


La experiencia de los cuerpos y el deseo es tan diversa como cada une. El placer se manifiesta en todas sus formas y solo cuando ampliamos la mirada más allá de la heterosexualidad, el capacitismo y lo binario es que podemos enriquecernos y expandir nuestras formas de sentir. Es en ese nuevo paisaje de experiencias en que la asistencia sexual se vuelve una herramienta que nos invita a deconstruir la sexualidad, expandiendo los límites del propio cuerpo.

Caryna Moreno es Asistente Sexual en discapacidad/diversidad funcional. Hace 19 años que comenzó a interesarse en las dinámicas que se dan entre la sexualidad y las Personas con Discapacidad (PcD) y el estigma social que hay frente a un tema del que siempre se evita hablar: las PcD también tienen deseo sexual.

¿Cómo fue tu acercamiento a la asistencia sexual y por qué decidiste hacerlo?

Quise ser Profesora de Educación Especial, soy Acompañante Terapéutica y me aburrí mucho. No podría ser Profesora de Educación Especial porque son espacios que cuestiono muchísimo e incluso me incomodan porque la formación deja mucho que desear.

Ser asistente sexual me parece muy divertido, pongo en juego un montón de experiencias vividas. La sexualidad es exploración, creatividad, juego. Hice cursos, me junté con otras personas en plan de jugar y divertirnos. Hay muchas propuestas que tienen que ver con la sexualidad y la creatividad. Hice cursos de Tantra, Contact Improvisación, todo lo que sea contacto, conexión, aproximación, me encanta.

A partir de lo que una piensa que es la sexualidad empieza a ver que hay un montón de propuestas, no solamente la genitalidad. Muchas personas expresan el deseo de tener un encuentro/ exposición genital, sentirse protagonistas activos. No solo ser espectadores de lo que otres hacen.

mujer y hombre abrazados en una cama riéndose, sus miradas están conectadas. A un costado, sobre una pared, están apoyados un par de bastones canadienses.

¿En qué consiste el rol del asistente sexual?

Para mí el rol de la asistente sexual, pensando en mi experiencia, consiste en acompañar el proceso que la persona proponga. La sexualidad y cómo se manifiesta puede ser de maneras muy diversas y en diferentes cuerpos. En la práctica, por ejemplo, me ha pasado de sorprenderme en situaciones, de decir: “¿Esto es la sexualidad para vos?”.

Se me viene a la cabeza, cuando me contrató una señora de unos 50 años que había pasado por un proceso de quimioterapia, le habían dado el diagnóstico de cáncer de mama y le habían extirpado los pechos después de haber pasado por muchas operaciones. Me contacta porque se entera de la existencia de les asistentes sexuales.

En la entrevista le pregunté qué le había llamado la atención y me dijo: “Desde que me operaron me siento frágil, no me siento bien con este nuevo cuerpo, me sentí muy manoseada, muy intervenida y necesito el abrazo de otra mujer”. Lo dijo desde un lugar muy emotivo o incluso hasta amistoso. Fue un trabajo muy interesante.

Es importante conversar con las personas sobre cuál será mi rol. En otras ocasiones, mi rol es el de guiar, proponerle situaciones a otras personas. En la diversidad funcional hay que definir mi rol y delimitar qué hago y qué no. Por ejemplo, si intervengo o no en los cambios de posición.

También se puede pensar que la otra persona puede estar con su asistente, entonces sería una situación muy colaborativa. Pero, entonces, en el imaginario social, tendríamos que permitirnos ampliar el panorama, porque el capacitismo hace que algunas situaciones sean inimaginables.

¿Por qué crees que es importante que exista el rol de les asistentes sexuales?

Es importante porque es la oportunidad para muchas personas con discapacidad, que de otra manera, sin une asistente sexual, no podrían tener un acercamiento a explorar su sexualidad. Pero hay tanto capacitismo que nos imaginamos que una persona con discapacidad es una persona con silla de ruedas. Sin embargo, dentro de los distintos tipos de discapacidades -física, intelectual, cognitiva, visceral y psicosocial- existe una amplia diversidad de condiciones. Entonces, se generan estas discriminaciones, segregaciones sexo-sentimentales y las personas con discapacidad quedan en una marginalidad total.

¿Crees que la actividad debería reglamentarse? ¿Cuál es el límite entre la asistencia y el trabajo sexual?

Creo que la actividad tiene que ser reconocida y reglamentada. El Estado siempre decide quién queda marginade y quién no. Necesitamos que dejen de penalizar ciertas formas de organización que tenemos personas como yo. Personalmente, creo que la asistencia sexual es un tipo de trabajo sexual y les trabajadores sexuales pueden experimentar mayor empatía con les otres pero, históricamente, fueron estigmatizades. No obstante, existen distintas posturas sobre la asistencia sexual. Hay personas que no tienen problema en decir “Soy prostituta” y otres que prefieren que les llamen “trabajadores sexuales”. Lo mismo ocurre con el colectivo de diversidad funcional, quien tiene que nombrar su experiencia es une.

Hay una cuestión de aniñamiento, sobre todo en las mujeres con diversidad funcional.

Sí, es muy visible. Los varones con discapacidad tienen más legitimados sus deseos y ganas de coger. Las mujeres con y sin diversidad funcional expresamos que queremos coger y se escandaliza la familia. Además, se nos impone una monogamia. No podemos tener una historia con un amigo. Tenemos que presentarlo en casa. Y aparte esta cuestión de “tengo una hija con discapacidad y le pueden hacer daño”, más si ese chico no tiene discapacidad. En consecuencia, la libertad se construye, es un derecho que debe conquistarse, con límites y autodeterminación.

Video

En los controles del canal de Youtube encontrás el ícono para activar los subtítulos.
Caryna Moreno es entrevistada por la periodista Analía Barone. Duración 10 minutos aproximadamente.

Rompiendo tabúes en todos los espacios

Vivimos en una sociedad que segrega y excluye a los cuerpos diferentes, los vuelve incapaces de ser autónomos. El capacitismo es una forma de estructurar, actuar y concebir el mundo: define a las personas como “discapacitadas” y les impone barreras y estereotipos que las determinan desde la carencia y limitan sus experiencias. En este sentido, Caryna destaca la importancia de debatir sobre la sexualidad y las categorías sociales, en espacios de militancia, ámbitos públicos, institucionales y familiares, entre otros. Además, remarca que su tarea se basa en el consenso sobre su rol, sus límites y funciones con la persona o pareja con discapacidad que solicita su asistencia.

¿Por qué crees que existen tantos tabúes en torno a la sexualidad en personas con diversidad funcional? ¿Cuál es el principal tabú con el que te encontraste?

Al hablar de asistencia sexual, en el imaginario social, suele pensarse en una figura que solo puede acompañar el proceso sexual de un hambre heterosexual y ahí entran en juego otras cuestiones como, por ejemplo ¿qué entendemos por sexualidad? La asistencia sexual tiene que ver con la construcción de un vínculo basado en el respeto por las diferencias y que, de alguna manera, sea beneficioso para ambas partes. Yo aprendo en cada encuentro sobre cosas que no forman parte de mi vida cotidiana. Las personas no están acostumbradas a pensar en los cuerpos con diversidad funcional como cuerpos que desean, sueñan, sienten y quieren experimentar situaciones, aunque sientan de manera diferente.

¿Cuál fue el prejuicio al que te tuviste que enfrentar ya sea por parte de quien te contrató o de la familia?

Generalmente, me encuentro con familias muy receptivas que me tratan muy bien o con familias muy sobreprotectoras, que me quieren dar indicaciones de cómo debo hacer mi trabajo y cómo tiene que ser el encuentro. Mi técnica es dejar ser a las personas y después me presento. No obstante, creo que todes tenemos prejuicios. Respecto a mi labor, el mayor de los prejuicios es la errónea idea de que la asistencia sexual a PcD no es un trabajo. En el imaginario social se percibe como una actividad que realizamos contra nuestra voluntad porque soy proxeneteada por alguien. No creen que soy una trabajadora autónoma.

¿Por qué crees que cuesta tanto generar espacios de privacidad e intimidad para las personas con diversidad funcional?

Porque suponemos, erróneamente, que no los necesitan y también porque existen fuertes controles por parte de las familias. Una vez me dijo un hombre que él se había empezado a liberar cuando su mamá se puso de novia. Ese es un claro ejemplo del peso, del dominio, que ejercen sobre sus hijes con discapacidad, las madres que renuncian a su vida personal para cuidarles.

Cuando une puede hacer el ejercicio de preguntarse sobre la autodeterminación de las PcD, inmediatamente empieza a cuestionarse acerca de su propia determinación. Entonces, si soy una persona invasiva, controladora y quiero ayudar de una forma compulsiva, dejando de lado mis deseos y dejando de lado mi vida, difícilmente me vaya bien.

Se ve a un grupo de jóvenes acostados en una cama, acariciando sus cuerpos. De fondo, se ven una silla de ruedas, una mesita y una silla.

¿Qué rol juega la comunicación en la construcción de vínculos saludables?

La comunicación es importantísima. Como asistente sexual, primero, tengo encuentros con las personas con discapacidad que requieren mi asistencia o con sus familias. A veces, están presentes también les asistentes personales de las PcDporque elles no pueden hablar, ahí veo la calidad de la comunicación de todes.

La empatía es una forma de comunicación muy importante y no todas las personas la pueden sentir. Existen condiciones como, por ejemplo, el autismo que hacen que esa empatía no pueda darse de forma plena.

Por ejemplo, hay muchas personas con discapacidad que desean tener pareja y eso es muy importante para ellas, especialmente si nunca tuvieron una. Me han dicho “Tengo ganas de tener problemas con una chica, no estar de acuerdo y tener que negociar”. Entonces, no podemos ser capacitistas y pensar que lo que nosotres, les entendides como convencionales, vivimos las vive todo el mundo. Es necesario ponerse en los zapatos de les otres y entender que hay situaciones que a las PcD no les suceden.

Hablamos de exclusión sexo-sentimental porque no solo no se viven situaciones sexuales, no se generan espacios de intimidad que permitan la exploración.

 Se ve a una mujer en silla de ruedas motorizada tomada de la mano de un hombre. Ambos tienen puesto un tapabocas.

Capacitismo y sexualidad, una relación que se debe terminar.

La experiencia de Caryna como asistente sexual en discapacidad es una forma de romper con los prejuicios sociales que pesan sobre las PcD y les impiden vivir una vida plena, con todo lo que eso implica. Muchas veces esos límites y barreras provienen del afuera, de la sociedad, pero también, muchas otras, surgen de las propias familias que, consciente o inconscientemente, obstaculizan el desarrollo sexoafectivo de las PcD

Es por este motivo que Caryna Moreno resalta la importancia de dar cuenta del capacitismo que existe en todos los ámbitos y así desarmar el vínculo con un imaginario sexual heternormado que deja al margen toda experiencia que no entre dentro de esos parámetros. Tal y como plantea Caryna: “En el imaginario social, creen que a una persona con diversidad funcional solo se puede educarla”.

Se trata de ir más allá de lo impuesto, entender que no existe una sola forma de amar o relacionarse sexualmente, sino que la diversidad empieza por cada une, en abrir el paisaje de experiencias y empoderar el deseo.