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Innovador dispositivo que mejora la calidad sexual de las personas con discapacidad motriz

Se trata de una silla de ruedas que posibilita relaciones íntimas más activas.

«La silla Arrow, en lo personal, pero es lo que muchos compartimos, al momento de tener una relación sexual, me permitió volver a experimentar movimientos y sentires que hace 24 años no vivenciaba», aseguró Martín Arregui, usuario de silla de ruedas y fundador de Alas Desarrollos -una empresa dedicada a la fabricación de productos que favorecen la autonomía y mejoran la calidad de vida de las personas con discapacidad motriz-, durante la la charla ‘Sexualidad y Discapacidad Motora- avances en apoyos técnicos’ que tuvo lugar en la sede Medrano de la UTN Buenos Aires y contó con la participación de aproximadamente 400 personas.

 

Previamente a la presentación de la silla que, acompañada de un catre, realiza movimientos en vaivén y de esta manera posibilita que los sujetos con movilidad reducida puedan mantener encuentros sexuales activos; disertaron Juan Carlos Kusnetzoff, director del Programa de Sexología Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires; Marianela Cicero, psicóloga y sexóloga clínica -orientadora en Sexualidad y Diversidad Funcional- y acompañante terapeútica; y Natalí Falcone, representante de un grupo de mujeres con diversidad funcional, que contó cuáles son las principales inquietudes femeninas a la hora de concretar una cita o tener relaciones sexuales.

 

«Continuar en la búsqueda y dar a conocer nuevos recursos que enriquezcan la sexualidad de las personas con discapacidad es fundamental para contribuir a las situaciones de disfrute y placer de este colectivo poblacional», expresó la licenciada Cicero acerca de la importancia de los apoyos técnicos y humanos para el fortalecimiento erótico de las personas con diversidad funcional.

Personas en dando una conferencia sobre sexualidad y discapacidad.

La sexualidad y la discapacidad son, aún hoy, dos grandes tabúes. No hay mucha información sobre el tema y persisten en el imaginario social creencias erróneas como, por ejemplo, que ‘los individuos con diversidad funcional no perciben placer’ o ‘no son atractivos para otras personas’, entre otras. Al referirse al surgimiento de estos prejuicios, Cicero afirmó que «históricamente existe una tendencia a infantilizar o demonizar la figura de las personas con discapacidad», es decir que son considerados «niños bondadosos sin deseos sexuales o, por el contrario, sujetos cuyos deseos sexuales son incontrolables». Asimismo, la especialista en Sexualidad y Diversidad Funcional consideró que «es indispensable entender que la sexualidad es inherente a la condición humana, con y sin discapacidad».

 

Por su parte, el doctor Kusnetzoff explicó cuáles son las cuatro funciones que componen la sexualidad humana y cómo intervienen en el desarrollo integral de la vida: hay un aspecto biológico o reproductivo -está en los genes, en las células elementales con las que se construye un sujeto-; uno fisiológico -cuando dos cuerpos se rozan se produce la sensación que conocemos como placer-; uno emocional o psicológico -encargado de elevar la autoestima- y, por último, un rol social o antropológico que, como parte de la civilización, distingue a la especie humana del resto de los mamíferos por ser la única que se esconde para tener relaciones íntimas.

 

Respecto a las dificultades a las que deben enfrentarse las mujeres con discapacidad motriz, Natalí (32), usuaria de silla de ruedas, confesó que una de las dudas más frecuentes está vinculada al uso de aplicaciones como Tinder o Happn porque «no sabes si subir fotos de cuerpo entero o solo de la cara, te preguntas cuál es el momento adecuado para contarle a la otra persona sobre la discapacidad y además, antes de acordar un encuentro, por seguridad, tenés que tomar ciertos recaudos como, por ejemplo, compartir la ubicación del lugar en el que vas a encontrarte».

 

La incontinencia, en tanto, representa otro de los problemas más comunes de aquellas con diversidad funcional, debido a que «la sexualidad involucra fluidos y olores y tener pérdidas resulta incómodo, por eso muchas recurren a métodos como la aplicación de toxina botulínica, la extracción de un pedazo del intestino o la ampliación vesical o simplemente van al baño mil veces antes de estar con la otra persona».

Un hombre sentado en un silla de ruedas que posibilita relaciones íntimas más activas junto a una mujer.

«Más allá de contar con distintos elementos de apoyo que nos posibiliten tener una vida sexual más activa, en el caso de las personas que tenemos una discapacidad adquirida, es importante poder redescubrirse, conocer cuáles son las nuevas zonas en las que sentimos placer para transmitirle al otro que nos hace sentir bien. Porque todos podemos disfrutar y ser quiénes querramos, pero lograrlo implica romper con los modelos hegemónicos impuestos por la sociedad y aceptarnos como somos», concluyó Arregui.

 

Al finalizar el evento, los presentes compartieron un momento de distención que incluyó la degustación de las delicias de Morfables 21, un servicio de catering ofrecido por jóvenes con Síndrome de Down.